Por mi experiencia, los viajes fotográficos siempre deben cumplir una triple función: la primera conocer lugares nuevos y verlos desde el punto de vista de un niño emocionado. La segunda la de interpretarlos fotográficamente y la tercera vivir experiencias irrepetibles junto a los fantásticos grupos que se forman.
Igual que pasó en 2019, con nuestro viaje fotográfico a Marruecos, junto a Sergio de Nadaincluido.com nos embarcamos rumbo a Croacia, Bosnia-Herzegovina y Montenegro para pasar una semana llena de paisajes increíbles, lugares alucinantes e historias que nos emocionaron. Nos acompañaron nada más y nada menos que dieciséis fotógrafos de España y México. Una maravilla de grupo.









Salimos casi todos desde Barcelona en avión a Dubrovnik y ya en Croacia nos reunimos todos para visitar el primer lugar de nuestro viaje, Herceg Novi (Montenegro). Ya con nuestra guía Monika y nuestro conductor Amir, dejamos las cosas en el hotel y visitamos parte de este pueblo. Herceg Novi tiene muchísimo encanto, de hecho es muy parecido a Dubrovnik, con un puerto y paseo marítimo fantástico y con un casco histórico con muchas posibilidades fotográficas. Los primeros días tuvimos algo de lluvia y frío, por lo que tuvimos que abrigarnos bien y protegernos, lo cual no evitó que disfrutásemos de nuestros primeros paseos cámara en mano por los Balcanes.












Al día siguiente llegamos a Perast, localidad montenegrina situada cerca de la bahía de Kotor. Un lugar increíble que nos maravilló a todos por su agua calmada y sus pequeñas islas. En cada una de ellas descansaban impertérritas iglesias y ermitas repletas de arte. Paseamos con un Ferry que nos llevó hasta ellas y pudimos disfrutar, pese a la lluvia, de grandes momentos fotográficos.











De allí nos dirigimos a la ciudad de Kotor, un lugar alucinante para perderse con la cámara, aunque ese día venía bien llevar un paraguas en la otra. Ana, una guía local, nos explicó la historia de la ciudad y algunas divertidas particularidades de los montenegrinos. Tras hacer el checkin en el hotel, varios del grupo decidimos acometer la «escalada» al castillo de San Giovanni, un punto en alto que nos daría una perspectiva única de la bahía. Pese a que el tiempo no acompañaba y el camino se nos hizo algo duro, las vistas merecieron la pena sin ninguna duda. Se nos hizo de noche y tras un descenso con la linterna del móvil en la mano, nos tomamos unas cervezas para celebrar la hazaña y el cumpleaños de Pablo, uno de los miembros del grupo que cumplía años ese día.








El siguiente día nos dirigimos al parque natural de Durmitor a través de carreteras sinuosas de pura montaña en donde los aficionados al ciclismo seguro disfrutan de subidas empinadas y bajadas vertiginosas. Queríamos ver y fotografiar el Lago Negro. Tras hacer alguna parada estratégica para fotografiar estos parajes tan fantásticos y tan otoñales, llegamos al lago. Esperábamos nieve y solo tuvimos niebla. Pero no la echamos de menos, porque el frío era más que intenso. Tras pasear por las orillas y fotografiar tanto como pudimos, terminamos la excursión tomándonos un chocolate caliente en un restaurante de la zona. Tras pasar la noche en Zabljak, un hotel de alta montaña en donde se notaba que estaban preparados para las nevadas intensas, proseguimos nuestro camino por curvas de herradura, por bosques rojizos y montañas preciosas.












El día siguiente lo teníamos marcado en el calendario por ser la llegada a Sarajevo, una ciudad con mucho que contar y, sin duda, que fotografiar. Bosnia-Herzegovina es un país más pobre que el resto y eso se dejaba notar en todo. Las casas, los pueblos que cruzábamos, las infraestructuras,… Sin embargo, sus paisajes y su encanto saltaba a la vista para cualquiera que estuviera allí. Cuando llegamos a la ciudad, olvidé de repente todo el frío y lluvia de los primeros días. Sarajevo me dio tal golpe en el pecho que me dejó impactado. Su mezcla de culturas, de religiones, su dramática historia reciente, su melancolía,… Estuvimos allí un día y yo hubiera necesitado un mes entero para comenzar a apreciar con mi cámara todo lo que vi y sentí tras pasear por sus calles.












Aunque llegamos a Sarajevo por la tarde, en seguida se nos hizo de noche y pudimos apreciar la diferencia cultural y arquitectónica de su parte occidental y árabe entre mucha algarabía y luces de ciudad. Las dos mitades estaban tan solo separadas por una linea en una de sus calles principales y se notaba el paso, ¡vaya que si se notaba!















Paseamos cámara en mano y pudimos comenzar a hacernos una idea de lo que suponía estar en Sarajevo. Al día siguiente seguimos fotografiando, ya con algo más de luz, una ciudad a la que necesito regresar para seguir buscando fotografiando su esencia. Una de esas ciudades que se queda contigo, pese al poco tiempo que pasamos en ella. Volveré, no tengo dudas.












Tras recibir las explicaciones de nuestra guía local, que fue traductora en la guerra del gran Gervasio Sánchez, nos encaminamos a visitar uno de los sitios clave para entender la dureza del conflicto balcánico ocurrido en los años noventa, el Túnel de la vida, el Túnel de Sarajevo. 800 metros de largo con poco más de 1 metro de ancho y 1,60 metros de alto, por donde soldados bosnios consiguieron burlar el terrible sitio al que se veían sometidos por tropas enemigas. Un lugar que nos encogió el corazón y que, por poca empatía que sientas, hace que te emociones.







Tras estas excursiones, volvimos a subir a nuestro autobús para dirigirnos a Móstar, otras ciudad icónica de Bosnia, no sin antes realizar algunas paradas interesantes. Llegamos a la tarde y pudimos admirar y fotografiar con tranquilidad el magnífico puente de Mostar, lugar de parada obligatoria si te encuentras por la zona. Tras pasear por sus calles céntricas y cenar en un restaurante local, dejamos paso a la noche, a las cervezas y a las risas. Uno de los puntos fuertes de este viaje, el buen ambiente y la amistad que se formó entre todos los miembros del grupo.









Al día siguiente decidimos quedarnos unas horas más en Mostar y conocer alguno de los barrios más «reales» de la ciudad. Si bien el Puente de Mostar y el centro es muy bonito, también es muy turístico. En ocasiones, y más cuando llevas una cámara en la mano, está bien conocer las dos caras de las ciudades, integrarte en sus barrios y con sus gentes para llevarte un recuerdo más cercano a lo que es vivir allí. Pienso que me faltó tiempo para aprovechar realmente el ambiente que noté en esta ciudad, pero es algo lógico cuando solo tienes 7 días para visitar tantos lugares. Por la tarde visitamos algunos pueblos con encanto, como Pocitelj y Baglaj, en donde comimos en un lugar increíble a las orillas de un río.







El viernes lo teníamos por entero dedicado a la perla del Adriático, Dubrovnik. Una ciudad que tras ser parte importante de la ambientación de la serie de HBO, Juego de Tronos, ha tomado todavía más popularidad entre los turistas. Este hecho se dejó notar desde el principio, ya que pese a ser octubre, la ciudad tenía mucho más tráfico de gente que lo que habíamos vivido hasta el momento. Dubrovnik es una ciudad magnífica, casi impoluta, en donde nos encandilaron sus empinadas calles y su cuidada arquitectura.













Allí también disfrutamos de una guía local que nos explicó curiosidades de la ciudad y que completó la ya genial información que, nuestra guía Monika, nos había dado previamente. La verdad es que estuvimos muy bien acompañados y cuidados. Un lujazo haber conocido a Monika y a Amir.

Los Balcanes, sobre todo los lugares que pudimos visitar, son tierras increíbles, llenas de posibilidades fotográficas en cualquier momentos del año, con una historia revuelta y dura que todavía se siente cercana, pero que hace que sea más interesante si cabe el visitar sus rincones. Sarajevo me robó un trocito de mí y creo que tendré que volver a reclamarlo, no sé si es forma de viaje fotográfico como los que hago en Berlín, Milano, Oporto y demás…., o en forma de proyecto fotográfico… Pero volveré, ese seguro.
En resumen, puedo decir que la experiencia de todos fue fascinante. Igual que ocurrió en Marruecos, el grupo de Balcanes fue estupendo. Personas de todas las edades y de nacionalidades mezcladas alrededor de la aventura y la fotografía. En la última cena cayeron las lágrimas y nos emplazamos a la siguiente aventura del año que viene, ¿quieres saber dónde será? Suscríbete a mi boletín de noticias para no perderte nada.
Todas las fotografías fueron tomadas con una Fujifilm X-T3 y un Fujinon XF 23mm f2 WR
2 comentarios en «Así fue el Viaje Fotográfico por Los Balcanes. Octubre 2021»
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