Roma era una de esas ciudades que tenía clavadas en la mente para fotografiarla a fondo. Como es lógico, una ciudad eterna no se fotografía ni se disfruta a fondo en sólo 4 días, pero sin duda que disfruté de un taller espectacular junto a un grupo de fotógrafos entusiastas que me acompañaron por sus calles. Aquí os cuento el recorrido que hicimos y os mostraré algunas de las fotos que tomé.








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Estos talleres se desarrollan de jueves a domingo, por lo que dividimos la ciudad en secciones para fotografiar. El jueves, partimos desde la zona de la Estación de Termini hacia la Plaza de la República, continuando hacia la Plaza del Quirinale. Allí nos encontramos con la plaza de las cuatro fuentes, un espectáculo impresionante que se vio un poco ensombrecido por el intenso caos de coches y personas que caracteriza a Roma. Sin embargo, el disfrute de la belleza en cada rincón siempre es un estímulo. Desde allí nos dirigimos al Mercado de Trajano, tras pasar por la Plaza Venecia y adentrarnos en el imponente edificio de Víctor Manuel II.







Recuerdo que cuando era niño, la primera vez que visité Roma, este lugar me impresionó mucho, y lo hizo nuevamente ahora que soy mayor. Es una visita imprescindible y un punto estratégico para explorar la zona más monumental y rica en términos arqueológicos de Roma. Desde allí, el acceso al Foro Romano y al Coliseo es sencillo. Después de comer, nos desplazamos allí. La luz era perfecta cuando llegamos, lo que nos permitió tomar fotografías tranquilamente. A pesar de ser una zona muy turística, no estaba tan abarrotada como esperábamos y la luz resultó increíble.











Con la caída de la noche, el Coliseo se iluminó con luces que ofrecían una perspectiva diferente. Intentamos dirigirnos hacia el Circo Máximo, pero la falta de iluminación artificial nos hizo reconsiderar regresar al centro de Roma. De vuelta, recorrimos la Vía Nazionale, una avenida grande y comercial, donde aprovechamos para cenar todos juntos en un agradable ambiente.









El viernes amaneció con un día soleado. Era el día más largo, y nuestro objetivo era llegar al Vaticano, pero antes queríamos explorar otras calles y plazas de la ciudad. Así que nos dirigimos desde la zona de Termini hacia la Plaza del Quirinale, pasando por la famosa Fontana di Trevi y luego hacia la Plaza de España con sus icónicas escalinatas. El camino hasta allí estaba lleno de vida y texturas, ofreciéndonos grandes oportunidades fotográficas. La plaza rebosaba de personas de distintos tipos, así que nos detuvimos un buen rato para aprovechar la situación. Con un sol radiante, subimos las escalinatas y nos dirigimos hacia la Terraza del Pincio para disfrutar de unas vistas privilegiadas de Roma, antes de llegar a la Piazza del Popolo, otro lugar imprescindible para visitar, donde se encuentra un tesoro en forma de cuadro del gran Caravaggio.











Comimos cerca de una bonita terraza; la verdad es que en Roma se come bien en cualquier lugar, y así fue durante todo el viaje. Siguiendo el paseo por la ribera del Tíber, llegamos caminando al Ponte Umberto I, desde donde admiramos la vista hacia la Piazza Adriana. Sin embargo, cruzamos al otro lado para disfrutar de la monumental vista del Castel Sant’Angelo. Este lugar marca la entrada a la zona del Vaticano, donde comenzaban a congregarse romanos y turistas, ya que el atardecer se acercaba.











Finalmente, llegamos a la Piazza del Vaticano, donde fieles y curiosos habían llegado de todas partes del mundo. Nos tomamos nuestro tiempo para fotografiar y disfrutar del lugar, que es sin duda un punto muy interesante en muchos aspectos. Disfrutamos del atardecer allí y poco a poco nos dirigimos hacia uno de los barrios más fascinantes de Roma, el Trastevere, donde podríamos fotografiar de noche y encontrar un restaurante para cenar.











El Trastevere es un barrio bohemio, alternativo y muy interesante, lleno de grafitis, arte urbano y encanto. Nos gustó tanto que decidimos fotografiarlo también durante el día al día siguiente. Mientras nos dirigíamos al hotel, una sorpresiva lluvia nos obligó a buscar refugio como pudimos. Más de la mitad del grupo tomó un taxi al hotel y el resto experimentamos el viaje en autobús por el caótico centro de Roma bajo la lluvia. Sin duda, una experiencia interesante y es que no hay mal que por bien no venga.
Tras este agotador viernes, el sábado preparé un recorrido más relajado pero igualmente interesante. Partimos desde la Fontana di Trevi hacia el Templo de Adriano y el Panteón. Para mí, este último fue uno de los puntos más fascinantes, ya que la plaza me encantó, el lugar me cautivó y el sol radiante nos facilitó la captura de un montón de fotos interesantes. Además, tuve la oportunidad de saludar al fotógrafo italiano Eolio Perfido, quien también estaba realizando un taller con un grupo de fotógrafos italianos en la zona.










Dado que era nuestra última noche juntos, decidimos cenar temprano en uno de los mejores restaurantes que habíamos probado anteriormente y luego dirigirnos hacia la zona del hotel, en Termini, para terminar la jornada con unas cervezas. Las risas, las fotos y el hermoso recuerdo de recorrer Roma con la cámara en mano siempre quedarán grabados en mi memoria, gracias sin duda a las excelentes personas que me acompañaron. Agradezco a Gema, Álvaro, Bea, Cecilia, Patrick, Víctor, Rachel, Caty, Felipe, Alba (y Dani).













Todas las fotos que veis, las tomé con mi Fujifilm X-T3 junto a un Fujinon 23mm f2 WR
