El pasado sábado se llevó a cabo un emocionante taller de fotografía de calle en el hermoso centro de Valencia. El taller tuvo una duración de 8 horas e involucró a un grupo de 5 fotógrafos entusiastas, deseosos de explorar las calles de la ciudad y capturar momentos únicos.
Aunque el clima estuvo nuboso durante todo el día, esto no desalentó a los participantes, ya que las condiciones atmosféricas brindaron una iluminación suave y difusa que resultó ser perfecta para la fotografía de calle. El grupo se reunió temprano en un punto de encuentro designado, donde se les dio una introducción sobre los fundamentos de la fotografía de calle y se les proporcionaron consejos y técnicas para mejorar sus habilidades.
La caminata comenzó por las pintorescas calles del centro de Valencia. Los participantes tuvieron la oportunidad de explorar y capturar la esencia de la ciudad, sus monumentos, sus coloridos mercados, los patrones arquitectónicos y la diversidad de personas que la habitan. A lo largo del taller, un fotógrafo experimentado guió al grupo, brindando orientación individualizada y compartiendo su experiencia en la captura de momentos espontáneos y la composición efectiva.
Aproximadamente a la mitad del taller, el grupo hizo una parada para disfrutar de un merecido descanso y comer juntos. Durante el tiempo de comida, los participantes tuvieron la oportunidad de compartir sus experiencias, intercambiar consejos y discutir las imágenes capturadas hasta ese momento.
A medida que avanzaba la jornada, los fotógrafos exploraron diferentes áreas de la ciudad, adaptándose a las oportunidades fotográficas que surgían en el camino. La atmósfera nubosa y las ocasiones imprevistas ofrecieron un ambiente único y desafiante para los participantes, quienes pusieron en práctica las técnicas aprendidas y exploraron su creatividad.
Al final del taller, el grupo se reunió nuevamente para revisar y discutir las imágenes capturadas durante el día. Fue una experiencia enriquecedora, ya que cada fotógrafo compartió su visión personal y recibió retroalimentación constructiva de sus compañeros además de mi propia aportación.
En resumen, el taller de fotografía de calle en el centro de Valencia fue un día lleno de aprendizaje, exploración y camaradería para los 5 entusiastas participantes. A pesar del clima nuboso, lograron capturar momentos únicos y plasmar la vida en las calles de la ciudad. Sin duda, fue una experiencia memorable que fortaleció sus habilidades fotográficas y su pasión por la fotografía de calle.
Este año es el año de Madrid. Es una de las ciudades en las que más cómodo me he sentido fotografiando, a la que más veces he regresado este 2023 y una de las ciudades en las que he sentido más pasión por la fotografía de calle. Una vez más, me he encontrado con un grupo de fotógrafos con mucho entusiasmo por aprender nuevas formas de mirar la ciudad.
El día resultó muy interesante porque no hubo un sol radiante como en las últimas ocasiones. Tuvimos algo de nubes, ratos de sol e incluso momentos en los que el cielo se encapotó como en el trabalenguas de nuestra infancia. Eso hizo que tuviéramos que mantenernos bien atentos a dichos cambios y trabajar la luz de forma adecuada según la situación. Me encantan estos días porque son los que más te enseñan.
En los Talleres de Inmersión en Fotografía de Calle, como es habitual, nos enfocamos en mejorar nuestra habilidad para componer imágenes y reaccionar rápidamente, al mismo tiempo que disfrutamos de estimulantes conversaciones sobre la fotografía personal y proyectos fotográficos. Tuve la oportunidad de compartir mi proceso creativo, desde el inicio hasta el desenlace, y también intercambiamos experiencias divertidas y risas con los demás participantes.
Si deseas formar parte de los próximos talleres en Madrid o en cualquier otra ciudad donde se realicen, te invito a consultar el calendario disponible en mi sitio web. Allí podrás reservar tu lugar en el destino de tu elección.
Recorrer las calles de mi propia ciudad acompañado por un grupo de fotógrafos entusiastas con muchas ganas de aprender puntos de vista diferentes es una de mis pasiones. Este fin de semana tuve la suerte de volver a hacerlo. Zaragoza se convirtió en un teatro en el que encontrar escenas distintas, apasionantes y divertidas.
Hay varios objetivos en cada taller que imparto, primero que los fotógrafos que asisten entiendan cómo se mueve la ciudad y cómo hacer que la cámara casi desaparezca de la ecuación. Este punto es importante para ganar agilidad que convierta en fotografías ese caos siempre reinante en las calles.
El siguiente punto importante es comprender la luz, sus cualidades básicas y cómo interpretarlas para poder utilizarla correctamente a la hora de construir fotografías. Bien por pura composición o por auténtica reacción a lo que te llega de improviso.
La actitud que debemos mantener al fotografiar en la ciudad es uno de los puntos también importantes, os diría que mucho más que cualquier aspecto técnico que podamos explicar en cámara. Y es que la empatía, la educación y el buen rollo siempre tiene que estar por delante de cualquier circunstancia. Al menos es lo que yo enseño y lo que me esfuerzo por demostrar en cada taller que imparto. La ética de cada fotógrafo es crucial para este tipo de fotografía.
Los talleres a los que dedicamos una jornada completa, siempre tienen ese momento de la comida en la que reímos, seguimos hablamos de fotografía, damos pequeños tips a cada uno, repasamos lo hecho hasta ese momento y hablamos de mi flujo de trabajo y de mi filosofía de revelado y edición.
Una cosa que me encanta es ver como al final de cada taller, al echar la vista atrás es como haber pasado el día con un grupo de amigos que comparten la misma pasión por la fotografía y por expresar de forma creativa sus impulso y sensaciones a través de sus imágenes. Una gozada y un privilegio.
Una vez más el avión me llevó a una de las ciudades europeas que más ganas he tenido siempre de visitar en mi vida. La cámara de fotos es una excelente compañera que me lleva a lugares que sin ella sería complicado llegar, aunque en este caso solo estuviera a 2 horas y media desde Madrid. Nápoles es una ciudad a la que regresaría cada semana. En lo personal, el caos que se vive en sus calles, la vibración de esta ciudad está tan cercana a mí forma de sentir, que fue como caminar por mi casa. Si a eso le sumas que me acompañó un gran número de fotógrafos entusiastas y a los que considero como amigos por las veces que hemos compartido taller juntos, te imaginarás que la experiencia fue magnífica.
Mitad del grupo viajó desde Barcelona y la otra mitad desde Madrid. En el aeropuerto de Capodichino comenzó nuestra verdadera aventura atravesando una ciudad con un tráfico de locura en el que se ven situaciones y comportamientos que me recordaban a mi experiencia en Hanoi (Vietnam) del año pasado.
Nos alojamos en un hotel de la Piazza Garibaldi, una localización muy céntrica y cercana a la estación central de trenes, desde donde partíamos cada mañana a recorrer los rincones de Nápoles, siempre cámara en mano. El jueves, que fue un día de tranquilidad y reconocimiento nos dirigimos por la gran calle de Umberto I hacia el Castel Nuovo dando algún rodeo para ir pillando el pulso a la ciudad, algo muy importante antes de comenzar a fotografiar en condiciones. Muchas veces las ganas nos pueden, pero es importante respirar el ritmo de cada ciudad, ya que no es lo mismo Nápoles que Zaragoza, Madrid, Barcelona o Granada.
El viernes arrancamos pronto hacia el entorno de vía Forcella, un entorno muy concurrido y mucho más fotografiable por sus calles antiguas, descuidas y llenas de gente. Visitamos el Obelisco di San Gennaro, el patrono de la ciudad con el permiso de Diego Armando Maradona, omnipresente en cada esquina. Nos maravillamos con la catedral de Nápoles, recorrimos vía Tribunali sorteando motos, coches pequeños y bicis eléctricas de ruedas gordas. Y mientras hacíamos todo eso, fotografiamos sin parar una ciudad pasional donde las haya. Por la tarde nos dirigimos hacia el Mercato Pignasecca a través de la Piazza del Gesù Nuovo en donde habíamos parado para comer una pasta increíble.
Tras maravillarnos con las pequeñas tiendas y locales de Pignasecca, tomamos un funicular que nos llevó a la zona alta de Nápoles, el Castel de Sant’Elmo. Nos interesaba sobre todo el panorama de la ciudad y la bahía con el Vesubio al fondo. Tras dedicar varias fotos al lugar y a las gentes que allí se encontraban, bajamos caminando mientras disfrutamos de nuevos lugares.
El sábado nos dirigimos directos al meollo del Centro Histórico de Nápoles a través de la Piazza Giovanni Bovio para adentrarnos en el Quartieri Spagnoli. Visitamos la Galería Umberto I , el Teatro de San Carlo, y tras la comida, seguimos hacia la Piazza del Plebiscito en donde realizamos innumerables fotos aprovechando su estructura circular en la que, como si fuéramos antiguos gladiadores buscábamos cómo componer con tan imponente escenario. Seguimos adelante hacia el Castillo del Huevo, lugar emblemático en donde pudimos disfrutar de una pausa para descansar y tomar un refresco antes de recorrer el paseo marítimo que nos llevó hacia lugares con un ambiente mucho más relajado que el vivido por la mañana. De vuelta visitaremos los Jardines del Molosiglio y, siempre con la vista del puerto de Nápoles, regresaremos al hotel para descansar.
El domingo decidimos tomar un tren que nos llevó hacia la localidad de Herculano. Muy cercano a Nápoles y que nos permitió dedicar un tiempo a la historia maravillándonos de sus ruinas bajo el volcán que conformaban una Pompeya más pequeña, menos congestionada pero igual de bien conservada a lo largo de los siglos y el desastre.
Por la tarde, tras comer en Herculano, regresamos a Nápoles para recorrer un nuevo barrio, el Quartieri de Rione Sanità. Unas calles algo diferentes a las del centro, aunque con la misma esencia de caos y locura, así como la pasión por Maradona y su equipo. Allí visitamos el Palazzo de los Españoles, una estructura de edificio espectacular, que completamos con el de SanFelice, bastante peor conservado y por ello, con mucho más encanto y sabor a Nápoles. Allí pudimos asombrarnos por la locura con la que vive el fútbol los napolitanos que habían vestido la ciudad de azul y blanco junto al escudo de campeones de Italia, aunque luego nos enteramos que hacía dos meses que lo había hecho y al día en el que estuvimos, no eran matemáticamente campeones. Cosas que solo se viven en Nápoles.
El lunes fue nuestro último día en la ciudad, y ya la mitad del grupo emprendió viaje muy pronto hacia el aeropuerto. Los que quedamos, nos dirigimos hacia el Quartieri de San Lorenzo. Lugar en el que se habían estado escuchando petardo y fuegos artificiales durante buena parte de la noche del domingo por la victoria del Napoli sobre su eterno rival, la Juventus de Turín. Un paseo más relajado en el que seguimos descubriendo el encanto de sus calles y sus gentes, que pese a lo que se escucha y se lee por ahí rebosan simpatía y amabilidad, que nunca se niegan a una foto y que disfrutan charlando contigo. Una gozada de ciudad y más si vienes a practicar fotografía de calle.
No te pierdas los próximos talleres de fotografía a las diversas ciudades que tengo planeado ir y sin perder tiempo reserva ya tu plaza para acompañarme y disfrutar de una inmersión total en la fotografía de calle.