Hacía 6 años de mi último taller en Oporto, una ciudad impresionante. Con esta ciudad tuve un amor a primera vista y ya tocaba regresar para fotografiar sus calles. En esta ocasión, me acompañaron durante varios días, 11 valientes fotógrafos con los que recorrí la ciudad descubriendo y dejándonos maravillar por sus encantos.







El primer día de taller, el jueves, salimos hacia Rua de Santa Catarina. Es una calle larga y comercial en donde disfrutamos del trasiego de mucha gente y de un sol muy interesante, ya que algunas nubes tamizaban la luz para que no fuera tan dura. Allí nos encontramos con la preciosa fachada de la Capela das Almas con sus azules vibrantes y su puro estilo portugués en sus paredes.









El Mercado de Bolhao fue el siguiente punto de interés del jueves. El antiguo siempre me pareció un lugar con un encanto único, pero la remodelación le ha restado algo (bastante) de magia. Sin embargo, pudimos dedicarle un buen rato para encontrar situaciones diferentes y personajes distintos.







El otro punto fuerte del día fue la Estación de Sao Bento, otro lugar del que siempre guardo buenos recuerdos debido a su luz, a su arquitectura y a su «ir y venir» de personas en los trenes que allí estacionan. Un lugar que si visitas Oporto, cámara en mano, no te puedes ir sin visitar.












El viernes arrancamos fuerte para llegar a la Plaza de la Libertad, visitar alguna librería y llegar hasta la Avenida de los Aliados. Callejear por ese entorno es un reto, ya que está lleno de vida y, por supuesto, de posibilidades fotográficas. Lástima que estaban construyendo la Linea Rosa del Metro de la ciudad, por lo que estaba todo algo «patas arriba», pero aún así, conseguimos divertirnos por su entorno y componer con el caos reinante.







Desde allí nos decidimos a visitar el Centro Portugués de Fotografía, en donde nos encontramos exposiciones y una gran colección de cámaras fotográficas de todas las épocas, tipos y estilos. Allí nos tomamos un respiro y seguimos caminando hacia la famosa librería Lello e Irmao. Una librería que se ha hecho famosa por su arquitectura interior. Sin embargo, donde más rato pasamos fue una tienda justo al lado, que sin colas ni aglomeraciones, nos permitió fotografiar y echarnos unas buenas risas comentando las cosas increíbles que vendían.










Desde allí fuimos bajando para de nuevo subir esas empedradas cuestas de Oporto, para llegar a la plaza de la Catedral, que además de mucha vida, nos ofreció unas bonitas vistas de la ciudad y de la ribera, que visitaríamos después. Allí llegamos cuando anochecía, por lo que tuvimos la suerte de presenciar un bonito atardecer y dejarnos rodear por el ambiente brutal que se vive allí.










El sábado nos salimos del centro para recorrer el barrio de Miragaia, con unas calles preciosas e interesantes que nos llevaron hasta los monumentales jardines del Palacio de Cristal. Un lugar mágico, rodeado de gallos (estamos en Portugal, no hay que olvidarlo) de pavos reales y de mucha calma. En su entorno pasamos la mañana, para después recorrer la ribera por otras calles más pequeñas y típicas que nos llevaron al Mercado de Ferreira Borges y al Palacio da Bolsa. Allí pasamos buena parte de la tarde, fotografiando y riendo, una constante en todo el viaje.












El domingo fue día de regreso para la mayoría, por lo que nos fuimos adaptando al horario de cada persona para pasear libres y ver de forma relajada calles y rincones que no habíamos visto o que queríamos volver a fotografiar con otra luz y a otra hora. Una ciudad fantástica para un taller maravilloso.








Toda las fotos fueron tomadas con mi querida Fujifilm XT3 junto al Fujinon 16mm f2.8 WR. Si quieres venir a las próximas aventuras y talleres, no dejes de visitar el calendario de próximos talleres y apuntarte a la newsletter para estar al día de todo.
