Llevo todo el año sin escribir estos resúmenes de cada taller y seguramente fue un error dejar de hacerlo. Como sé que a muchos les gusta recibirlos cada semana, me vuelvo a poner como tarea el retomarlos. Y es que en cada taller que hago surgen muchas fotos y muchas historias en esa jornada intensa de fotografía que creo que es interesante compartir con todos vosotros. Así que vamos con el del sábado pasado en Valencia.
Un día de mucho calor, propio de este verano anticipado que llevamos sufriendo algunas semanas en muchos lugares de España, arranqué con un grupo reducido de 4 valientes fotógrafos para recorrer las calles de Valencia, una ciudad que me encanta y a la que regresaré en diciembre.
Lo bueno de estos talleres siempre es que cada asistente tiene una forma muy personal de vivir la fotografía. Algunos vienen de nuevos en esto de la Foto de Calle, pero otros ya tienen cierta experiencia, y todos y cada uno aportan su lado artístico a la visión del otro. Se forman grupos muy enriquecedores y esto es algo que disfruto mucho.
Quizá para algunos sea una sorpresa, pero en Valencia la zona que intento evitar siempre es la Ciudad de las Artes y las Ciencias. Que si bien es maravillosa por otras razones, en mi caso no me aporta tanto como otras zonas más céntricas como el barrio de El Carme, San Francisco o la zona de la Seu. Por allí fue por donde anduvimos, la mayoría con un 35mm (en formato completo) excepto un asistente que llevó un 50mm (el cual le secuestré durante un par de horas, ya que hacía igual año y medio que no disparaba con esta focal en la calle) En mi caso, ya sabéis que la mayoría de mis fotos las tomo con mi querido Fujinon 23mm f2 WR, que me acompaña desde hace ya ocho o nueve años.
Componer es ordenar en función de una idea lo que tienes delante. Componer es descartar y decidir lo que va a entrar en tu encuadre. Y esto, es lo que comenzamos siempre a explicar en cada taller. Pero luego la calle es caprichosa, y aparecen cosas que no habrías previsto nunca y tienes que aprender a reaccionar para capturarlas, y eso es lo que también intenté transmitir y demostrar.
Porque en lo que me esfuerzo en cada taller es en demostrar todo lo que digo con mis propias fotos. No entiendo un taller de fotografía en que la persona que lo da no haga y demuestre con sus fotos lo que explica. Así que las ocho horas de curso, nos las pasamos aprendiendo a interpretar la luz, buscando las mejores condiciones dentro de un día de luz intensa y sombras duras. Lo bueno es que en las ciudades, siempre hay trucos y maneras para evitarla y encontrar una luz más amable. Charramos de fotografía, de edición y de la vida, nos reímos y pasamos una jornada para el recuerdo que espere quede grabado como un bonito recuerdo para todos los que asistieron el sábado al Taller.
Para el resto, a los que os apetezca venir a los siguientes, os espero en cualquiera de los que hay previstos en el calendario de talleres.
Rober Tomás 