El arte de capturar la esencia de una ciudad en un clic es algo que nunca deja de sorprenderme. La pasada semana tuve la maravillosa oportunidad de liderar un taller de fotografía de calle en Florencia, una experiencia que no solo fue enriquecedora en términos creativos, sino también inolvidable en lo personal. Durante cuatro días, compartimos aventuras, aprendizaje y muchas risas junto a un grupo de 12 entusiastas de la fotografía. Hoy quiero compartir con vosotros lo que fue esta experiencia única.
El miércoles fue el día de llegada. Desde España, nos encontramos en Florencia, listos para sumergirnos en su magia. Aunque fue un día de viaje, el entusiasmo de todos era palpable. Ese primer encuentro sirvió para romper el hielo y preparar los equipos, con una breve charla sobre lo que nos esperaban los próximos días.
El jueves, Florencia nos recibió con toda su grandeza, aunque con el cielo algo más plomizo de lo que nos hubiera gustado a todos. Recorrimos su parte más turística, empezando por la emblemática Catedral de Santa Maria del Fiore y su imponente cúpula de Brunelleschi. Caminamos por la Piazza della Signoria, con sus esculturas que parecen cobrar vida, y el icónico Ponte Vecchio, un sueño para cualquier amante de la fotografía. Capturamos la esencia de los rincones más clásicos, explorando la forma en que la luz juega con la arquitectura renacentista.
El viernes cambiamos de perspectiva y nos aventuramos al otro lado del río Arno, hacia la parte menos turística de la ciudad. Allí, las calles cobran un carácter diferente: más tranquilo, pero igualmente encantador. Un ambiente más bohemio que nos enamoró a todos. Mientras explorábamos, nos encontramos con una situación inesperada: una manifestación en plena huelga nacional. Lejos de ser un obstáculo, fue una oportunidad para documentar algo único. Capturamos emociones, pancartas y la energía del momento, aprendiendo a adaptarnos y aprovechar lo que la calle nos ofrece.
El sábado por la mañana, cambiamos de escenario y viajamos a Pisa. Allí, por supuesto, visitamos la famosa torre inclinada, pero también nos adentramos en zonas menos conocidas de la ciudad, descubriendo su lado más cotidiano. Las calles, los mercados y los detalles que pasan desapercibidos para muchos nos regalaron momentos memorables para nuestras cámaras. Por la tarde, regresamos en tren a Florencia, donde continuamos fotografiando la ciudad bajo la magia de las luces nocturnas. Sus mercadillos navideños y calles comerciales se convirtieron en un escenario perfecto para experimentar con luces y sombras.
El domingo, aunque marcado por el viaje de regreso, no pudimos evitar reflexionar sobre lo vivido. Cada uno de los participantes llevó consigo no solo una colección de fotografías únicas, sino también recuerdos imborrables y nuevas amistades. Florencia y Pisa se convirtieron en nuestros lienzos, y cada clic de la cámara plasmó la historia de un taller que quedó grabado en el corazón de todos.
Este taller fue un recordatorio de por qué amamos la fotografía: porque nos conecta con el mundo, con las personas y con nosotros mismos. Agradezco profundamente a cada participante por su entusiasmo y creatividad. Espero que esta experiencia haya sido tan inspiradora para ellos como lo fue para mí. Y, por supuesto, ya estoy pensando en el próximo destino. ¡Nos vemos en la próxima aventura fotográfica!
Todas las fotos fueron tomadas con una Fujifilm X-T3 junto a un Fujinon 23mm f2
Rober Tomás 