En esta ocasión, Barcelona me recibía con un grupo de fotógrafos entusiastas fantásticos, y un día de luz difusa para trabajar en sus calles de forma creativa. En fotografía no hay mal que por bien no venga, y cualquier condición que se nos presenta, debemos aprovecharla de la mejor manera posible.
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En esta ocasión, y después de tantos años fotografiando y realizando talleres de fotografía por sus calles, decidí mirar de forma diferente durante unas horas. Es una forma de expresión y de transmitir las cosas que me pasan y que pasan por delante de mi cámara de forma personal e intransferible. Sin embargo, en ocasiones experimentar es algo necesario para el crecimiento creativo. Compartirlo con un grupo tan entusiasta y divertido fue un placer.





Recorrimos desde las calles más estrechas, a las avenidas más amplias y las plazas más concurridas. Barcelona estaba llena de vida y nosotros teníamos que aprovecharla. Nos dio tiempo para todo, para hablar y demostrar el flujo de trabajo que me acompaña desde hace tantos años, mi forma de revelar, mi forma de organizar y de guardar mi archivo, cosas complementarias a la toma fotografía pero que son igualmente importantes.






Los talleres en esta época del año dan la oportunidad de disfrutar de un taller con un tiempo variable pero al mismo tiempo desafiante para todos, por lo que también es un aliciente si aún te estás pensando en apuntar en estos días. Barcelona se transforma y convierte las calles en escenas de película para nuestra imaginación. Un punto perfecto para terminar un intenso día fotográfico por una ciudad fantástica que siempre me acoge como si estuviera en casa.
Todas las fotos que tomé lo hice con mi querida Fujifilm X-T3 y, como viene siendo habitual este año, junto a mi Fujinon 16mm f2.8 WR.
