Así fue el Viaje Fotográfico por Vietnam en septiembre 2022

Me ha costado mucho enfrentar este folio en blanco que es escribir el resumen del viaje por Vietnam. Por lo general, regreso a cada ciudad en donde hago talleres al menos un par de veces al año, así que es sencillo que se puedan repetir ciertas sensaciones y experiencias. Sin embargo, Vietnam es un país al que si no hubiera sido por la bonita propuesta de mi amigo Sergio de nadaincluido.com, es más que probable que no hubiera visitado nunca. Para alguien como yo que necesita un tiempo de adaptación previo e identificación con el lugar, sentí el fotografiar por Vietnam como todo un reto personal.

Taller Fotográfico en Vietnam con Rober Tomás y Nadaincluido.com
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Para poneros en antecedentes, llevamos viajando juntos, cámara en mano, desde el 2019 a través de Marruecos, los Balcanes y este año Vietnam. El año que viene seguro repetiremos aventura en un nuevo país que nos ofrecerá fotografía, diversión y experiencias inolvidables. Reconozco que estoy deseando que llegue el siguiente y volver a ver a gran parte del grupo que ha ido acompañándonos desde el principio, así como a las incorporaciones que han ido llegando a través de los años. Gracias a estas aventuras, he visitado y fotografiado lugares a los que posiblemente jamás hubiera ido, así que le estoy muy agradecido por contar conmigo para acompañarle.

Taller Fotográfico en Vietnam con Rober Tomás y Nadaincluido.com
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En este artículo, más que un resumen de dónde estuvimos y qué hicimos cada día, quiero contaros mis sensaciones personales y fotográficas. El relato más viajero estoy seguro que lo vais a poder disfrutar mucho mejor en el blog de Sergio. No soy muy bueno con los nombres de los lugares y me siento más cómodo describiendo mis inquietudes sobre el lugar en el que fotografío. Así que eso es lo que vas a leer a partir del siguiente párrafo.

Taller Fotográfico en Vietnam con Rober Tomás y Nadaincluido.com
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Todos me habían hablado de la maravilla de sus paisajes, de sus gentes, de la locura de sus ciudades,…, y realmente pude ver y fotografiar todo aquello. Sin embargo, también es cierto que el turismo salvaje está haciendo mella en este país. Esto es un aviso para quien viaje a Vietnam en el futuro, porque es un punto que comentamos en muchas ocasiones durante nuestra estancia allí. Todo se siente falseado para el turista, principalmente para el propio turismo asiático. Esto conlleva el tener la constante sensación de que lo que ves es un gran teatro que han montado para tus ojos, para tu cámara. Si eres capaz de aceptar eso, te sentirás en un lugar mágico, si no, te verás como un elemento extraño fotografiando la realidad que te rodea. Al menos es lo que a mí me ocurrió en los puntos más concurridos de Vietnam.

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Quiero contaros mis sensaciones personales y fotográficas, comenzando por las ciudades.

En un lugar muy alto sitúo a Hanoi, una “ciudad hormiguero” en donde la locura y el caos se dan la mano. Fotográficamente es uno de esos lugares que más puede emborrachar al fotógrafo de calle. Mires donde mires ocurren cosas, tienes fotografías complejas porque suceden historias delante, detrás, a los lados, todo al mismo tiempo. Por supuesto, hay que ser sinceros, el choque cultural también hace que estés sobrexcitado y este era uno de mis principales miedos. Al cabo de los años he dejado de ser un fotógrafo documental para llevar mi fotografía a la interpretación de la realidad, a una fotografía más de autor. No busco el describir lo que sucede sino encontrar a través de mis fotos una historia personal y una forma de ver la realidad diferente (que no mejor, ni lo pretendo) a la del resto de la gente. 

Taller Fotográfico en Vietnam con Rober Tomás y Nadaincluido.com
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Sentí Hanoi como una gigantesca trampa fotográfica para mí. 

Soy de la opinión de que lo exótico hace que no te centres en lo importante de tu fotografía, como alguna vez he oído expresar al maestro Navia. Encontrar escenas que te motivan a fotografiar es tan sencillo en Hanoi que constantemente me daba la impresión de estar dentro de una espiral de locura y nerviosismo que me hacía perder la perspectiva de mi propia visión. Fotografiaba lo que veía, no lo que sentía. También es cierto, que esto es algo que me sucede habitualmente en el resto de mis Talleres Fotográficos, en donde fotografío más para los asistentes que para mí mismo. Pero Hanoi se ha convertido ya por derecho en el culmen de esta sensación.

No me malinterpretéis, cualquier fotógrafo de calle alucinaría como yo lo hice en Hanoi. Es una maravilla ver las posibilidades compositivas y los momentos interesantes que nos cruzamos. Tal vez la luz fue lo peor, ya que en general, tuvimos días nublados con una luz algo pobre. Recomiendo su visita, porque seguramente si regresara de nuevo, haría un trabajo diferente al que hice. Pero es cierto que la primera impresión fue la de estar dentro de una trampa fotográfica sobre la que hubiera tenido que meditar mejor para encontrar en ella mi propia interpretación y no la descripción de lo que tenía delante. 

Aunque muchos de los que ya me conocen de otras aventuras se reían con amabilidad de mi poco gusto por la fotografía de paisaje, para nada es un género que desprecie en mi fototeca. Es cierto que no disfruto al máximo con la fotografía estática y pausada del paisajista, pero la fotografía es luz y también lo es encontrar en la naturaleza las ideas y belleza necesarias para contar historias íntimas. Sin embargo, si algo necesita la fotografía de paisaje es planificación extrema y unas condiciones de luz óptimas. En un viaje fotográfico como el que hicimos, era complicado estar en los mejores lugares a las horas adecuadas y el clima no fue benigno con nosotros en cuanto a una calidad de luz interesante. Por ello, aunque tengo una gran cantidad de fotos de los arrozales, de las montañas increíbles de la Bahía de Halong, de la majestuosidad de Sapa, y demás lugares increíbles que pudimos ver, no son mis fotografías favoritas y no me interesan tanto como el estudio de las personas que viven en esos lugares. Es por eso que han pasado a un segundo plano en cuanto a edición y revelado, y por ello no están en este artículo resumen. 

Taller Fotográfico en Vietnam con Rober Tomás y Nadaincluido.com
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Fueron 12 días intensos, en los que personalmente pasé por muchas situaciones.

Como bien me había advertido mi amigo Sergio, el primer viaje a Asia pasa factura. Llevaba en la mochila un cansancio acumulado considerable, el sentimiento que me acompaña durante todo este año de no estar en casa con los míos, una situación de salud algo complicada y el maldito “jet lag” que me golpeó con fuerza. Sin embargo, la alegría y predisposición del grupo fue increíble. 

Como siempre fue lo mejor del viaje e hizo que todas las experiencias fueran inolvidables. Me permitiréis que no relate todas las «pequeñas-grandes» aventuras vividas porque si no me podría extender hasta el infinito. Sí que os contaré que pudimos meternos dentro de una boda vietnamita, vivimos momentos surrealistas en una discoteca muy extraña, hicimos trekking y kayak por lugares alucinantes, compartimos risas, casi nos matamos con unas bicis echas polvo, hablamos con gente en una mezcla de idiomas indescifrable, conocimos rincones de locura y de nuevo, sentí como una familia al grupo que nos acompañó a Vietnam.

¿Cómo fotografíe y qué me lleve?

Como seguro a muchos os interesará saber, os cuento que llevé a este Tour Fotográfico mi fiel Fujifilm X-T3 y dos objetivos, el 16mm f2.8 WR y el 23mm f2 WR. Decidí mirar Vietnam desde un punto de vista cercano y angular. Trabajé como siempre enfocando en manual, pese a la dificultad que la poca luz y sus consecuentes diafragmas abiertos suponen. 

En este viaje constaté muchas de mis inquietudes fotográficas. Como ya he explicado, mi alejamiento de la descripción y mi acercamiento total a la búsqueda de la sensación más interna a partir de lo que tengo delante. Me descubrí cada vez más alejado de ciertos convencionalismos fotográficos y por ende, más frustrado por la búsqueda de una perfección que ahora entiendo inalcanzable. Encontré en mi fotografía muchos de los errores que ya intuía en el pasado y he vuelto más consciente de ellos. Por todos estos descubrimientos estoy muy agradecido. Nunca dejamos de aprender y eso es lo más interesante. 

Tal vez en estas fotografías no me encuentres tanto como me hubiera gustado que lo hicieras, pero sí me han enseñado mucho de mí mismo. Estoy convencido que ha sido un viaje que se irá cocinando fotográficamente en mi interior durante un tiempo y todavía lo mejor esté por aparecer. Es una bonita enseñanza que, tal vez de forma algo egoísta, me llevo de Vietnam.

Taller de Fotografia en Vietnam con Rober Tomás y Nadaincluido.com

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Así fue el Viaje Fotográfico por Los Balcanes. Octubre 2021

Por mi experiencia, los viajes fotográficos siempre deben cumplir una triple función: la primera conocer lugares nuevos y verlos desde el punto de vista de un niño emocionado. La segunda la de interpretarlos fotográficamente y la tercera vivir experiencias irrepetibles junto a los fantásticos grupos que se forman.

Igual que pasó en 2019, con nuestro viaje fotográfico a Marruecos, junto a Sergio de Nadaincluido.com nos embarcamos rumbo a Croacia, Bosnia-Herzegovina y Montenegro para pasar una semana llena de paisajes increíbles, lugares alucinantes e historias que nos emocionaron. Nos acompañaron nada más y nada menos que dieciséis fotógrafos de España y México. Una maravilla de grupo.

Salimos casi todos desde Barcelona en avión a Dubrovnik y ya en Croacia nos reunimos todos para visitar el primer lugar de nuestro viaje, Herceg Novi (Montenegro). Ya con nuestra guía Monika y nuestro conductor Amir, dejamos las cosas en el hotel y visitamos parte de este pueblo. Herceg Novi tiene muchísimo encanto, de hecho es muy parecido a Dubrovnik, con un puerto y paseo marítimo fantástico y con un casco histórico con muchas posibilidades fotográficas. Los primeros días tuvimos algo de lluvia y frío, por lo que tuvimos que abrigarnos bien y protegernos, lo cual no evitó que disfrutásemos de nuestros primeros paseos cámara en mano por los Balcanes.

Al día siguiente llegamos a Perast, localidad montenegrina situada cerca de la bahía de Kotor. Un lugar increíble que nos maravilló a todos por su agua calmada y sus pequeñas islas. En cada una de ellas descansaban impertérritas iglesias y ermitas repletas de arte. Paseamos con un Ferry que nos llevó hasta ellas y pudimos disfrutar, pese a la lluvia, de grandes momentos fotográficos.

De allí nos dirigimos a la ciudad de Kotor, un lugar alucinante para perderse con la cámara, aunque ese día venía bien llevar un paraguas en la otra. Ana, una guía local, nos explicó la historia de la ciudad y algunas divertidas particularidades de los montenegrinos. Tras hacer el checkin en el hotel, varios del grupo decidimos acometer la «escalada» al castillo de San Giovanni, un punto en alto que nos daría una perspectiva única de la bahía. Pese a que el tiempo no acompañaba y el camino se nos hizo algo duro, las vistas merecieron la pena sin ninguna duda. Se nos hizo de noche y tras un descenso con la linterna del móvil en la mano, nos tomamos unas cervezas para celebrar la hazaña y el cumpleaños de Pablo, uno de los miembros del grupo que cumplía años ese día.

Fotografía tomada por Sergio (Nadaincluido.com)

El siguiente día nos dirigimos al parque natural de Durmitor a través de carreteras sinuosas de pura montaña en donde los aficionados al ciclismo seguro disfrutan de subidas empinadas y bajadas vertiginosas. Queríamos ver y fotografiar el Lago Negro. Tras hacer alguna parada estratégica para fotografiar estos parajes tan fantásticos y tan otoñales, llegamos al lago. Esperábamos nieve y solo tuvimos niebla. Pero no la echamos de menos, porque el frío era más que intenso. Tras pasear por las orillas y fotografiar tanto como pudimos, terminamos la excursión tomándonos un chocolate caliente en un restaurante de la zona. Tras pasar la noche en Zabljak, un hotel de alta montaña en donde se notaba que estaban preparados para las nevadas intensas, proseguimos nuestro camino por curvas de herradura, por bosques rojizos y montañas preciosas.

El día siguiente lo teníamos marcado en el calendario por ser la llegada a Sarajevo, una ciudad con mucho que contar y, sin duda, que fotografiar. Bosnia-Herzegovina es un país más pobre que el resto y eso se dejaba notar en todo. Las casas, los pueblos que cruzábamos, las infraestructuras,… Sin embargo, sus paisajes y su encanto saltaba a la vista para cualquiera que estuviera allí. Cuando llegamos a la ciudad, olvidé de repente todo el frío y lluvia de los primeros días. Sarajevo me dio tal golpe en el pecho que me dejó impactado. Su mezcla de culturas, de religiones, su dramática historia reciente, su melancolía,… Estuvimos allí un día y yo hubiera necesitado un mes entero para comenzar a apreciar con mi cámara todo lo que vi y sentí tras pasear por sus calles.

Aunque llegamos a Sarajevo por la tarde, en seguida se nos hizo de noche y pudimos apreciar la diferencia cultural y arquitectónica de su parte occidental y árabe entre mucha algarabía y luces de ciudad. Las dos mitades estaban tan solo separadas por una linea en una de sus calles principales y se notaba el paso, ¡vaya que si se notaba!

Paseamos cámara en mano y pudimos comenzar a hacernos una idea de lo que suponía estar en Sarajevo. Al día siguiente seguimos fotografiando, ya con algo más de luz, una ciudad a la que necesito regresar para seguir buscando fotografiando su esencia. Una de esas ciudades que se queda contigo, pese al poco tiempo que pasamos en ella. Volveré, no tengo dudas.

Tras recibir las explicaciones de nuestra guía local, que fue traductora en la guerra del gran Gervasio Sánchez, nos encaminamos a visitar uno de los sitios clave para entender la dureza del conflicto balcánico ocurrido en los años noventa, el Túnel de la vida, el Túnel de Sarajevo. 800 metros de largo con poco más de 1 metro de ancho y 1,60 metros de alto, por donde soldados bosnios consiguieron burlar el terrible sitio al que se veían sometidos por tropas enemigas. Un lugar que nos encogió el corazón y que, por poca empatía que sientas, hace que te emociones.

Tras estas excursiones, volvimos a subir a nuestro autobús para dirigirnos a Móstar, otras ciudad icónica de Bosnia, no sin antes realizar algunas paradas interesantes. Llegamos a la tarde y pudimos admirar y fotografiar con tranquilidad el magnífico puente de Mostar, lugar de parada obligatoria si te encuentras por la zona. Tras pasear por sus calles céntricas y cenar en un restaurante local, dejamos paso a la noche, a las cervezas y a las risas. Uno de los puntos fuertes de este viaje, el buen ambiente y la amistad que se formó entre todos los miembros del grupo.

Al día siguiente decidimos quedarnos unas horas más en Mostar y conocer alguno de los barrios más «reales» de la ciudad. Si bien el Puente de Mostar y el centro es muy bonito, también es muy turístico. En ocasiones, y más cuando llevas una cámara en la mano, está bien conocer las dos caras de las ciudades, integrarte en sus barrios y con sus gentes para llevarte un recuerdo más cercano a lo que es vivir allí. Pienso que me faltó tiempo para aprovechar realmente el ambiente que noté en esta ciudad, pero es algo lógico cuando solo tienes 7 días para visitar tantos lugares. Por la tarde visitamos algunos pueblos con encanto, como Pocitelj y Baglaj, en donde comimos en un lugar increíble a las orillas de un río.

El viernes lo teníamos por entero dedicado a la perla del Adriático, Dubrovnik. Una ciudad que tras ser parte importante de la ambientación de la serie de HBO, Juego de Tronos, ha tomado todavía más popularidad entre los turistas. Este hecho se dejó notar desde el principio, ya que pese a ser octubre, la ciudad tenía mucho más tráfico de gente que lo que habíamos vivido hasta el momento. Dubrovnik es una ciudad magnífica, casi impoluta, en donde nos encandilaron sus empinadas calles y su cuidada arquitectura.

Allí también disfrutamos de una guía local que nos explicó curiosidades de la ciudad y que completó la ya genial información que, nuestra guía Monika, nos había dado previamente. La verdad es que estuvimos muy bien acompañados y cuidados. Un lujazo haber conocido a Monika y a Amir.

Fotografía tomada por Sergio (Nadaincluido.com)

Los Balcanes, sobre todo los lugares que pudimos visitar, son tierras increíbles, llenas de posibilidades fotográficas en cualquier momentos del año, con una historia revuelta y dura que todavía se siente cercana, pero que hace que sea más interesante si cabe el visitar sus rincones. Sarajevo me robó un trocito de mí y creo que tendré que volver a reclamarlo, no sé si es forma de viaje fotográfico como los que hago en Berlín, Milano, Oporto y demás…., o en forma de proyecto fotográfico… Pero volveré, ese seguro.

En resumen, puedo decir que la experiencia de todos fue fascinante. Igual que ocurrió en Marruecos, el grupo de Balcanes fue estupendo. Personas de todas las edades y de nacionalidades mezcladas alrededor de la aventura y la fotografía. En la última cena cayeron las lágrimas y nos emplazamos a la siguiente aventura del año que viene, ¿quieres saber dónde será? Suscríbete a mi boletín de noticias para no perderte nada.

Todas las fotografías fueron tomadas con una Fujifilm X-T3 y un Fujinon XF 23mm f2 WR

Próximos Talleres de Fotografía aquí.

Así fue el Workshop fotográfico de una semana en Marruecos. Junio de 2019

Impartir un taller de fotografía en Marruecos junto a un grupo de viajeros intrépidos y mi amigo Sergio del blog Nada Incluído, era un proyecto que venía persiguiendo desde hace mucho tiempo. Lo mejor siempre se hace esperar, y desde luego todos los esfuerzos valieron la pena. Descubrimos a través de la fotografía un país lleno de alegría, contrastes y muchas posibilidades..

Tras reunirnos en el aeropuerto de Madrid la mayoría del grupo, viajamos juntos al aeropuerto de Marrakech Medana para conformar el grupo total que compartiríamos una semana de aventuras. Fuímos un grupo de todas las edades, de todos los humores, de todas las maneras, pero desde el primer momento hicimos una piña que se fue tornando en familia. Aprovechamos para conocer a nuestro guía y chófer, quienes nos acompañarían durante nuestra travesía hacia el desierto.

El martes partimos de Marrakech rumbo a la increíble Ait Ben Haddou. Una mañana de carretera y curvas a través del Atlas en donde nos topamos con los primeros contrastes de un Marruecos que a veces te deja con la boca abierta por la belleza de sus paisajes como por la dureza de la vida en sus zonas rurales. Nos alojamos en un Kasbah y comenzamos a recorrer los rincones más antiguos de Ait Ben Haddou, con sus casas en la montaña, sus paisajes, sus gentes y unos rincones en que parece que el turismo no ha terminado de hacer mella. Después de cenar, aprovechamos la falta de contaminación lumínica para fotografiar las estrellas y la vía láctea.

El miércoles seguimos nuestro camino hacia el desierto descubriendo nuevos lugares como el kasbah de la ciudad de Ourzazate, una zona de palmerales que destacaban y rompían el paisaje cada vez más desértico que íbamos atravesando. Visitar lugares con condiciones de vida tan duras hace que te plantees la burbuja en la que vivimos en los países del primer mundo. Tras algunas horas de autobús, llegamos a Merzouga, el límite con el desierto. Dejamos a buen recaudo las mochilas y maletas, sacamos lo justo y necesario para una noche en el desierto, y nos subimos a los camellos.

Toda una experiencia la de viajar en camello a através de dunas y la nada embriagadora que es el desierto. Al llegar, nos encontramos con nuestras jaimas campamento en donde cenamos, nos reíamos, cantamos y, como no, fotografiamos el cielo infinito.

El jueves vivimos, la que personalmente fue una de las mejores experiencias del viaje, la visita al poblado de Rissani y la garganta Del Río Todra. Ya no es que fuera pintoresca y apabullante, es que nos encontramos con la realidad del lugar, compartiendo camino, piedras y alguna charla con los habitantes de lugar que bajaban al río a refrescarse con sus amigos y familias. Un lugar imprescindible si visitáis Marruecos.

A partir de este punto, comenzamos el regreso a Marrakech. Hicimos varias paradas en lugares típicos, jugamos en el autobús al “asesino”, cantamos, hablamos de la vida y resolvimos más de un problema existencial. Al termino del viaje cruzando de nuevo el Atlas, llegamos a nuestro hotel en Marrakech, justo a la hora perfecta para cenar y salir a tomar algo por su parte nueva. Dio la casualidad de que en esos momentos se estaba jugando un partido de la Copa de África en la que participaba Marruecos. Los bares estaban absolutamente llenos de gente y de motos, la ciudad hervía y nosotros nos fuímos de disfrutar de las terrazas de la ciudad.

El sábado nos adentramos en la Medina de la ciudad. Como ya he dicho, un país llenos de contrastes. Si la parte nueva nos había parecido en ocasiones similar a cualquier ciudad del sur de España, la Medina fue como retroceder algunos siglos atrás. La ciudad roja nos ofreció un zoco y unas calles repletas de gente yendo y viniendo, de turistas comprando telas y especias, de motos, burros, carros, bicicletas, todo en calles de poco más de dos metros de ancho. Una auténtica locura. Por la tarde subimos a las terrazas de los locales de alrededor de la famosa plaza Jemaa El Fna, uno de los epicentros de la ciudad, para disfrutar del atardecer. Recorrer por la noche sus calles fue una auténtica experiencia, muy diferente que por el día, pero igual de complicada a la hora de fotografiar a sus gentes, tal vez demasiado enfocados al turismo y a sacarte una moneda con absolutamente cualquier excusa.

El día siguiente visitamos la ciudad portuaria de Essaouira. Una auténtica joya, y una verdadera guinda al viaje. Si en Marrakech hay momentos los que te puedes agobiar, en Essaouira sentimos totalmente lo contrario. Sus gentes sonrientes, amables, simpáticas,… Con un puerto y una plaza soberbia, que nos regaló momentos inolvidables y fotografías para el recuerdo. Sin duda, desviarnos de la “ruta lógica” y encontrarnos en esta ciudad, fue lo mejor que pudimos hacer para terminar el viaje con una cena en familia, en la que hubo mucha emoción contenida, y descontrolada, por ser el último día, ya que al día siguiente nos dirigimos de nuevo al aeropuerto de Marrakech Medana para emprender el último desplazamiento, esta vez a casa.

Gracias a Tania, Mayte, Ángela, Marta, Vicente, Alex, Arantxa, Luis, Manu, Elena y a Alberto por ser como sois y por hacer que para Sergio y para mí fuese un viaje fotográfico inolvidable. Si estás interesado en vivir una aventura fotográfica con nosotros, ¡escríbenos!

Así fue el Workshop de Street Photography en Milan. Noviembre 2018

Cuando viajé a Oporto con un grupo fantástico de fotógrafos y conseguimos inspirarnos tanto por la belleza de sus calles, sabía que fotografiar en Milan sería un contrapunto perfecto por su concepto como ciudad. Y tanto que lo fue. Nos adentramos en una ciudad de moda, de trabajo, una capital financiera que nos regaló fuertes personalidades y un estilo que, personalmente, siempre me ha atraído mucho.

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De nuevo conté con un grupo fantástico de fotógrafos con una enorme pasión por la fotografía. La convivencia en estos viajes en los que compartimos varias jornadas juntos, es fundamental, y en ambos viajes fueron experiencias personales para recordar siempre.

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En cuanto a la fotografía en sí, pienso que aprovechamos bien cada rincón de Milan por el que pasamos, desde la turística Piazza del Duomo, la Galería comercial Vittorio Emmanuele, la calles de Brera con su pinacoteca, el Cementerio Monumental, toda la zona de Naviglio y Ticinese, así como La Gran Estación de Milan y El Barrio de Isola y Porta Garibaldi.

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Tuvimos que pelear con un cielo gris y una neblina que no nos permitió disfrutar de una buena calidad y color de luz. Eso nos obligó a buscar con más fuerza y forzarnos a nosotros mismos a tomar fotos distintas, tal vez en mi caso, más centradas en los personajes y detalles de Milan. De hecho, reconozco que usé mucho más el telecorto (Fujinon 50mm f2) que el angular (Fujinon 23mm f2). El lenguaje visual que se utiliza va muy en consonancia con lo que te inspira el momento, tanto el personal como el que te encuentras en donde vas a fotografiar, y en mi caso, Milan me invitó a eliminar «ruído» usando esta focal algo más larga. Cosa que no quita para que disfrutase en ocasiones de mi querido y tan utilizado 23mm f2 para componer de forma más elegante el ambiente que nos encontrábamos.

2018-12-MILAN-ROBER-TOMAS62018-12-MILAN-ROBER-TOMAS42018-12-MILAN-ROBER-TOMAS3fotos del workshop de street photography en Milano (Italia) de Rober Tomas2018-12-MILAN-ROBER-TOMAS29

Las sensaciones en Milan fueron muy buenas, tanto mi experiencia fotográfica como personal. Compartir esos días con grandes personas entusiasmadas por hacer fotos siempre motiva, y por encima de las fotos, es lo que me tocó más adentro. Espero haber podido transmitirles mi visión, mis herramientas, para que ellos sigan desarrollando las suyas y puedan transmitir y disfrutar de la fotografía todavía mucho más.

¡Hasta el 2019, que viajaremos a Lisboa, Berlín y Nápoles!, ¿te apuntas?


Próximos Talleres de Fotografía

  • Workshop en Madrid: Composición + Retratos 15/12/2018 en 11:00 – 21:30
  • Workshop en Barcelona: Retratos + Composición 22/12/2018 en 11:00 – 21:30
  • Workshop en Zaragoza: Composición + Retratos 29/12/2018 en 11:00 – 21:30