Una de las claves de Milan es su potencia financiera, por eso quiero comenzar así. Esta fotografía pretende representar lo que supone el día a día en esta gran ciudad del norte de Italia. Un hombre impecablemente vestido, camino al trabajo y haciendo gestiones con su smartphone. A la milanesa.
Una de las calles de Milan que me sirven para hablar del encanto de esta ciudad. Como toda Italia, tiene multitud de rincones que mezclan lo antiguo con la moderno, y siempre sin perder ni un ápice de elegancia. Parece invitarnos a tomar un café en cualquiera de sus muchas cafeterías.
El Castillo de los Sforza. Uno de esos sitios que merece la pena visitar con mil ojos, porque esconde muchos rincones dignos de contemplar durante horas. Drama y belleza en estado puro.
Una de las cosas que más me gustaron de Milan es la cantidad de gente que se mueve por la ciudad en bici clásica. Mucha cultura de las dos ruedas. Bicis por todas partes, y eso que el empedrado del centro, así como su tráfico, parece no invitar a montar en bici.
Una de las galerías más lujosas de Europa y, sin duda, de las más bonitas. Muchos turistas y poca acción, aunque se pueden conseguir fotografías muy interesantes.
Hay tantas obras de arte en forma de estatuas funerarias en este Cementerio, que tuvieron que llamarlo así, Cementerio Monumental de Milan. Impresionante de día, imagino que aterrador de noche. Pero si visitáis la ciudad, no os lo podéis perder, merece la pena un paseo.
Y por último, no podía faltar. Una de las plazas más impresionantes del mundo, la Piazza del Duomo en Milan. Te deja sin aliento la primera vez que la visitas, y la segunda, y la tercera…
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